Sin lugar a dudas de entre todos los días dedicados a conmemorar causas importantes, el día internacional contra el cambio climático ocupa una sustancial posición por motivos de sobra conocidos por (casi) todos. Como ocurre con otras causas, es de vital importancia que los gobiernos se sensibilicen ante el desafío que supone la sostenibilidad del planeta, para que de forma consecutiva los ciudadanos tomen partido de forma individual, incluyendo nuevos hábitos y desechando aquellos que dejan una virulenta huella en nuestro entorno y, por ende, en las vidas presentes y futuras.
Los gases de efectos invernadero, que impiden que parte del calor del sol se libere hacia el espacio y los residuos vertidos a los océanos (siendo estos últimos no solo el hogar de millones de seres vivos, sino también grandes generadores de oxígeno del planeta), urgen encontrar alternativas energéticas limpias y eficientes para compatibilizar la vida humana con la de nuestro planeta.
En este sentido, la 24ª Conferencia de las Partes (COP24) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada el 23 de septiembre de 2019, centró su acción en seis direcciones: la transición a la energía renovable, la financiación a las acciones climáticas y la fijación del precio del carbono, la utilización de la naturaleza como salida a esta crisis, la reducción de emisiones, las ciudades sostenibles y el rechazo al cambio climático. El objetivo es la aplicación de estas medidas de cara a 2030.
El 24 de octubre, día internacional contra el cambio climático, queda por lo tanto marcado en el calendario de todos los países para seguir tomando conciencia, aplicando medidas y ofreciendo más soluciones a un problema que ya se ha convertido en fenómeno global y prioritario. Se anima a la población a tomar la información disponible para generar reflexión y acción, al tiempo que se nos recuerda que la educación y formación en materia de sostenibilidad resulta clave para invertir el proceso.
Son muchas las personas que ahora optan por consumir productos con envases reciclados o biodegradables, utilizar electrodomésticos de bajo consumo, reparar antes que reemplazar, apoyar el comercio local de productos naturales con menor huella de carbono o incluso modificar los hábitos alimenticios en aras del cuidado del medio ambiente. Sin embargo, aún resta mucho camino por recorrer por parte de gobiernos e industrias, pero lo que sí parece estar claro es que los modelos productivos deben comenzar una transición hacia métodos que consideren la sostenibilidad como parte de los factores más importantes del proceso.
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